foto: EFE

Wilfredo Inostroza Valenzuela
Hoy, instantes previos al inicio del encuentro en Medellín, encendí mi televisor y observé un estadio repleto celebrando, se trataba de ecuatorianos que festejaban porque le ganaron a Argentina, y con ello se acercaban a su sueño, a su objetivo, a Sudáfrica 2010. Mi pregunta era si nosotros lograremos en un futuro esa dicha. El reloj marcaba las 6 de la tarde y el cotejo entre Perú y Colombia se daba inicio. Al ver el accionar de nuestro combinado mi gran interrogante era respondida.
Estamos muy lejos del nivel que todos los peruanos soñamos que nuestra selección de fútbol demuestre dentro del campo, porque se trata del que tal vez sea el peor equipo peruano de los últimos 50 años -contrario a lo que dijera Del Solar al asumir-. A pesar del empuje de la algunos futbolistas nacionales, quedó demostrado el porqué estamos ubicados en el último lugar de Sudamérica y que emular triunfos como los de nuestros vecinos es casi utópico.
En el Atanasio Girardot, el equipo mejoró con relación a aquella discreta actuación del domingo frente a Ecuador, pero eso no bastó para inquietar a los pupilos de Lara, que gracias a sus groseros errores no le llenaron la canasta a un Perú bastante vulnerable, que, en tal vez su única garantía de tranquilidad, su arquero, fallaba, y producto de ello encajaba el primer gol. Parecía entonces que llegaban más, muchos más.
Afortunadamente para nuestra mellada dignidad, los colombianos estuvieron bastante desacertados de cara al gol. Falcao, Rentaría y luego Rodallega evidenciaron una falencia enorme para convertir tantos, tan grande que en 14 partidos apenas han anotado seis goles. Son la segunda peor delantera de la Eliminatoria, superados -al fin ganamos algo- por Perú.
Fano deslucido, Guerrero mejoró pero igual no convenció, Ramírez en lo suyo pero sin obtener grandes resultados ofensivos, los defensores poniendo empeño por no permitir a los colombianos anotar. Grata las apariciones, solo por el roce, de los chicos Ballón y Trujillo, que sufrieron en más de una ocasióm los rigores del fútbol a este nivel.
Hoy se perdió una vez más, como parece ya costumbre. Encontrar culpables de esta situación es redundar en algo que ya se dijo hasta el cansancio, que el principal culpable de todo tiene nombre y apellido, que hay que realizar campañas en contra de él, que hay que ir a la huelga y negarse a jugar por la selección.
Hay una generación de peruanos –como el que redacta este artículo- que no conoce de triunfos en el fútbol, que desde que abrieron los ojos al mundo hallaron derrotas y más derrotas; somos una generación acostumbrada al fracaso y que siente envidia por aquellos que relatan esos momentos sublimes de Cubillas, Cueto, Sotil cuando se vestían de rojo y blanco y regalaban felicidad a todo un país. Esperemos que esto no dure mucho tiempo, que se solucione lo más pronto y que esa imagen de celebración en Quito por parte de los locales se repita en Lima, con el estadio lleno hasta el tope, y con 28 millones de peruanos festejando en todo el territorio, parece un sueño irrealizable, pero nuevamente destacamos esta frase, tantas veces mencionada: soñar no cuesta nada.
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