foto: Reuters

Renzo Gómez Vega
¿Qué se puede decir? ¿Qué más se puede agregar? ¿Vale la pena ofuscarse? Lo mejor sería delirar, transportarnos a otras latitudes. No obstante, es imposible permanecer tranquilo frente a tanto desatino. Resulta un deber pronunciarse -aunque sea inútil- ante tanta humillación.
Antes del partido la suerte estaba echada –algunos insensatos decían lo contrario-, y no era solo por las carencias de toda índole que han caracterizado al Perú a lo largo de estas Eliminatorias. Simplemente, era porque solo había un contendor en el campo; el otro no tenía alma, se había quedado en el camarín o quizá en la Videna. El hincha, fiel a su costumbre, acudió al estadio Monumental. Es uno de los misterios que muchos intentan explicar. Masoquismo le dicen algunos, tal vez solo tengan el coraje de acompañar a este moribundo, a este ser en estado vegetal en que se ha convertido la selección peruana.
‘Chemo’ Del Solar había dispuesto un novedoso esquema: 3- 5-2. Brillante decisión, todo un estratega. La selección bicolor tenía mayor posesión de balón; sin embargo, no poseía los argumentos suficientes para hilvanar jugadas y atacar al rival. A los 37’, el defensa Carlos Zambrano pierde el esférico torpemente, desencadenando una triangulación que terminaría en el gol de la inclusión sobre la hora de Sixto Vizuete, Jefferson Montero.
Para la segunda mitad, como tantas veces, se vería una escuadra nacional lenta e imprecisa, a diferencia del cuadro norteño que se mostraba más incisivo. No obstante, Juan Vargas (el que más dignidad tuvo) a los 51’ marcaría el empate de tiro libre, a través de un potente remate que Marcelo Elizaga no pudo contener.
Si bien, el fanático aguardaba la pequeña esperanza de lograr la victoria, con el correr de los minutos fue desestimando esta posibilidad. Ya no pedía goles, solo pundonor, vergüenza deportiva. ¿Era tanto pedir? Ni eso.
Siete minutos después, Carlos Tenorio dejaría paralizados a los zagueros peruanos, cuando luego de recibir un centro por la derecha, aplicaría un frentazo que vencería al debutante Fernández. Lo que vino después, solo fueron manotazos de ahogado.
Perú es como aquel sentenciado que presuroso cuenta las horas para terminar con su larga agonía. Del Solar y compañía ya no se sonrojan, por el contrario, salen al frente, dicen que asumen su responsabilidad y declaran altivos. Por su parte, muchos de los jugadores, solamente vienen de paseo y les importa un bledo cumplir con su labor.
Y claro está, hay varios, pero uno en especial, que vive en un jolgorio eterno, en un viaje interminable, un viaje de la mediocridad, la ineptitud y la estafa. ¿Hasta cuándo estará en el cargo este déspota? ¿Cuánto más tendremos que aguantar a este repugnante ladrón? Efectivamente lo es. Nos ha robado la ilusión, la esperanza de que vendrán tiempos mejores. Nos ha arrancado el honor, somos objeto de burla, nos ven como los más débiles, nos tienen lástima. Ni siquiera mereces que se escriba tu nombre, no es necesario, para nuestra desdicha retumba en nuestros oídos todos los días.
Son 32 años que no derrotamos a Ecuador y de seguro serán muchos más. Nos encontramos en la última ubicación de la tabla de posiciones y Bolivia, quien es penúltimo y que hace unos años subestimábamos, nos lleva cinco puntos de ventaja. El panorama es catastrófico. Este miércoles Perú, ya no te pedimos el triunfo, solo que luches, que no vayas derrotado. Y a ti, tú ya sabes…
Antes del partido la suerte estaba echada –algunos insensatos decían lo contrario-, y no era solo por las carencias de toda índole que han caracterizado al Perú a lo largo de estas Eliminatorias. Simplemente, era porque solo había un contendor en el campo; el otro no tenía alma, se había quedado en el camarín o quizá en la Videna. El hincha, fiel a su costumbre, acudió al estadio Monumental. Es uno de los misterios que muchos intentan explicar. Masoquismo le dicen algunos, tal vez solo tengan el coraje de acompañar a este moribundo, a este ser en estado vegetal en que se ha convertido la selección peruana.
‘Chemo’ Del Solar había dispuesto un novedoso esquema: 3- 5-2. Brillante decisión, todo un estratega. La selección bicolor tenía mayor posesión de balón; sin embargo, no poseía los argumentos suficientes para hilvanar jugadas y atacar al rival. A los 37’, el defensa Carlos Zambrano pierde el esférico torpemente, desencadenando una triangulación que terminaría en el gol de la inclusión sobre la hora de Sixto Vizuete, Jefferson Montero.
Para la segunda mitad, como tantas veces, se vería una escuadra nacional lenta e imprecisa, a diferencia del cuadro norteño que se mostraba más incisivo. No obstante, Juan Vargas (el que más dignidad tuvo) a los 51’ marcaría el empate de tiro libre, a través de un potente remate que Marcelo Elizaga no pudo contener.
Si bien, el fanático aguardaba la pequeña esperanza de lograr la victoria, con el correr de los minutos fue desestimando esta posibilidad. Ya no pedía goles, solo pundonor, vergüenza deportiva. ¿Era tanto pedir? Ni eso.
Siete minutos después, Carlos Tenorio dejaría paralizados a los zagueros peruanos, cuando luego de recibir un centro por la derecha, aplicaría un frentazo que vencería al debutante Fernández. Lo que vino después, solo fueron manotazos de ahogado.
Perú es como aquel sentenciado que presuroso cuenta las horas para terminar con su larga agonía. Del Solar y compañía ya no se sonrojan, por el contrario, salen al frente, dicen que asumen su responsabilidad y declaran altivos. Por su parte, muchos de los jugadores, solamente vienen de paseo y les importa un bledo cumplir con su labor.
Y claro está, hay varios, pero uno en especial, que vive en un jolgorio eterno, en un viaje interminable, un viaje de la mediocridad, la ineptitud y la estafa. ¿Hasta cuándo estará en el cargo este déspota? ¿Cuánto más tendremos que aguantar a este repugnante ladrón? Efectivamente lo es. Nos ha robado la ilusión, la esperanza de que vendrán tiempos mejores. Nos ha arrancado el honor, somos objeto de burla, nos ven como los más débiles, nos tienen lástima. Ni siquiera mereces que se escriba tu nombre, no es necesario, para nuestra desdicha retumba en nuestros oídos todos los días.
Son 32 años que no derrotamos a Ecuador y de seguro serán muchos más. Nos encontramos en la última ubicación de la tabla de posiciones y Bolivia, quien es penúltimo y que hace unos años subestimábamos, nos lleva cinco puntos de ventaja. El panorama es catastrófico. Este miércoles Perú, ya no te pedimos el triunfo, solo que luches, que no vayas derrotado. Y a ti, tú ya sabes…
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