Gustavo Martínez Morales
[gustavo.martinez@corazonparaganar.com]
Podrá parecer una ironía que un cuadro chico de provincia ostente poseer el pomposo nombre de León. Y hasta una crueldad que se jacte de ello al ser oriundo de una de las localidades más pobres del país, Huánuco. Un equipo recién ascendido, de poco presupuesto y con un estadio a medio construir podría dar visos de un grupo maltrecho y, hay que decirlo, débil. Pero la realidad desdice toda sospecha y destruye prejuicios.
TEMPONE LA PONE. En un ángulo. Así igualó Alianza tras el sorpresivo arranque de los huanuqueños. Fue de penal. La volada inútil es del maltrecho colombiano Pastor Reasco (foto: El Bocón).
16 de septiembre de 1995. La punta pintaba para blanquiazul. Y todo presagiaba que así iba a ocurrir. Los primeros treinta minutos fueron de pleno dominio aliancista. Marquinho y Tempone colmaron el mediocampo de buen fútbol. León solo atinaba a esperar tranquilo agazapado en su terreno, reduciendo su accionar a un asfixiante pressing que lo alejaba de cualquier amague ofensivo. Sin embargo, sobre los 29 el arquero aliancista Jacinto Rodríguez hizo peligroso un inofensivo remate de Jorge Durand. El paraguayo dio rebote y el balón quedó a capricho de Ismael Montesinos. 0-1 tan engañoso como real. Alianza supo reaccionar, aunque sin efectiva contundencia. Quizá de tanto acechar consiguió un penal que fue bien ejecutado por el argentino Tempone.
MARCA MARQUINHO. El 2-1. El brasileño hizo uno de sus pocos goles de zurda vestido de blanquiazul (foto: El Bocón).
Pero el ritmo, a pesar de los goles, no variaba. El León seguía calmo, tratando de enfriar el encuentro. Alianza, ya algo más tranquilo por el empate, seguía encimando casi por inercia, sin mayor imaginación. Imaginación que si tuvo Gustavo Tempone para ponerle un buen balón a Marquinho a los 45. El brasileño no tuvo necesidad de definir como manda su pasaporte, pero sí fue suficiente para que Alianza vaya al camerino con la seguridad de la ventaja. Y con el respaldo melodioso de 5000 fieles grones.
CON MUCHA KÍMBA...RA. Waldir desató la locura con el 3-2 definitivo. Alianza la pasaba mal y el goleador era capaz de desnivelar él solo el marcador (foto: El Bocón).
Parecía el debut soñado para Julio César Uribe. El ‘Diamante’ estaba sonriente y saludaba a propios y extraños. Pero quizá esa sonrisa escondía el nerviosismo de que se estaba ganando por circunstancias y no por consistencia de juego. León seguía agazapado. No por temor o miedo, sino por la sapiencia de que bajo el factor sorpresa se puede acometer con mayor éxito a su presa y dar el zarpazo. Y así sucedió.
SONRIENTE URIBE. Cuando aún no creía en que toda la prensa buscaba atacarlo, Julio César Uribe saluda a los fotógrafos. Y dejó un mensaje sensato (recorte: El Bocón).
El íntimo Frank Ruiz, disfrazado del mejor Solís o Vidal Sosa (usted elija), embistió torpemente a Ismael Montesinos dentro del área íntima. El juez Arana pitó y Javier Rojas supo definir para el 2-2 al minuto 25 de la segunda mitad. Matute ya era un infierno. Los insultos sucedieron con tremenda inmediatez a los vítores. Uribe no tuvo más que exponer sus últimos ases. Jayo y Salazar fueron reemplazados, respectivamente, por César Rosales y Franco Navarro. Sí, el hoy entrenador del bravo León, jugaba sus últimos partidos en el fútbol profesional. Pero el gol no se dejaba ver. Tuvo que aparecer Waldir Sáenz, todavía potrillo, para sentenciar el definitivo 3-2 con el que las 5000 almas íntimas rugieron de felicidad. Alianza estaba salvado, Uribe también.