miércoles, 15 de julio de 2009

Opinión: ¿Todos para uno?

Ilustración: Isabel Ortiz Rojas
Les dicen los distintos, los diferentes. En efecto, lo son. ¿Pero qué sucede cuando un equipo depende tanto de un jugador? ¿No es acaso el fútbol un deporte colectivo?


Renzo Gómez Vega



Lo escuché a la salida del estadio, cuando llegué a mi casa y hasta en el quiosco de la esquina al día siguiente: “Perdimos porque nos quedamos sin Montaño”. Iracundos por los puntos perdidos, los cuales se creían ganados hasta antes del término del partido, y convencidos de que el transcurso del encuentro cambió con los alaridos del colombiano mientras salía del gramado.

No están muy lejos de la verdad. Con su ausencia, sumada a la de Alexander Sánchez, Alianza Lima no dominó más el balón. No hubo quién complicara a los defensas cremas y la cancha se inclinó hacia un solo lado.

Sin embargo, no fue la única razón, los cabezazos de Labarthe y Alva no hicieron más que confirmar una de las debilidades de la blanquiazul a lo largo del Descentralizado: la pelota parada. Es un tema que analizaremos en otro momento.

Ahora, ¿Alianza sufre de una Montaño-dependencia? ¿Todo debería girar sobre él? Lo anticipamos hace unas semanas, el esquema táctico de Gustavo Costas está diseñado para su zurda. Cuando el habilidoso volante ha tenido espacios, los resultados han sido óptimos. Entonces, ¿qué ocurre cuando lo muelen a patadas como el domingo último en el clásico y lo sacan del encuentro? ¿No había un plan ‘B’?

Se trata de una vieja discusión: ¿priorizar las individualidades o el juego colectivo? Han existido -y existirán- estrellas. Cada una en proporción a su realidad y el cafetero lo es para nuestro alicaído balompié. En el ámbito internacional, su compatriota Carlos ‘Pibe’ Valderrama, Michelle Platini y Enzo Francescoli, por citar algunos.

Ahora bien, cada uno de ellos estuvo secundado por otros grandes jugadores.

La selección colombiana de la década de los 90’, la que deslumbró con las actuaciones de Leonel Álvarez, Freddy Rincón, Adolfo Valencia, era verdaderamente un equipo… y de aquellos.

El combinado uruguayo de los 90’ también lo era, con la diferencia que dependían mucho de Francescoli. De otra manera, tal vez hubieran tenido mejor suerte.

Lo podemos observar con claridad en el Nápoli de Maradona, campeón de Italia en la temporada 86'/87' y en la 89'/90', una Copa de Italia (1987), una Copa de la Uefa (1989) y una Supercopa Italiana (1990). Asimismo, en la Argentina campeona mundial de México 86’. En todas esas finales estuvo el astro.

Por el contrario, ¿cuál fue el desenlace en Usa 94’ sin el emblemático diez? Eliminados, así de simple. Hasta lo podemos identificar en el Werder Bremen subcampeón de la copa Uefa 2009. Cuánta falta les hizo el brasileño Diego en el partido decisivo ante el Shakhtar Donetsk.

Este deporte es en esencia de carácter colectivo. Ahí radica su fortaleza y espíritu. Por ende, el éxito de un equipo se cimenta en un trabajo en conjunto. Todos son importantes, mas ninguno imprescindible. Si Costas no aprendió la lección, el hincha de seguro que sí.

0 comentarios:

Publicar un comentario