foto: Uber Aguirre Cabañin / CorazónParaGanar.com
Bruno Ortiz Jaime
Dicen no pocos que a este juego hay que compararlo con la vida, con el día a día. Aseguran que casi hay que equipararlo, porque de cábalas y mallas azules viven varios, y otros tantos se vuelven heroicos en cuestión de segundos. Los botines torpones, ansiosos y casi colocados al revés de Claudio Velázquez eran la mini-representación personal de lo que sus once compañeros titulares volvían a evidenciar: la histeria colectiva de no encontrar el gol del triunfo. Y esta vez le tocaba, porque ya se le hacía corto el reloj y hacía 213 días que la gente no volvía a asumirlo como delantero de equipo grande.
Con la fe arrastrándose de nuevo, los últimos minutos eran otra vez la resaca de un Alianza testarudo y altamente voluble. La fórmula tenía que ser la única que quedaba, la cual los ancashinos groseramente -¡felizmente!- no consideraron: genialidad de un Montaño fatigado pero con espacio para armar el camping y avasallamiento del ‘Karioka’ y Fernández. Era imposible errar.
¿Por qué sufrir tanto? ¿Acaso Alianza tiene un equipo de nivel tan bajo para padecer de esta manera? Dejemos de lado la presión y las excusas de defensas ultrasólidas. Quedo demostrado en lo absoluto que la velocidad de Aguirre pudo romper el cerco que Mario Flores quiso imponer con el Áncash. Claro, esta vez el ‘Zorrito’ tuvo una de esas noches crueles en las que falla hasta lo más simple.
Con una dupla defensiva que se estrenaba en el campeonato (Contreras-Solís), Alianza ganó en solvencia y, salvo una desatención por la izquierda que derivó en un remate de Vergara, las intenciones de contragolpe del visitante estaban bien controladas. Sin embargo, el debut del paraguayo González (el hombre, según Costas, surgido de la fusión sayayinesca de Jayo y De la Haza) en el mediocampo terminó maculándose al caer la constante: las ansias del “vamos todos arriba” convierten la zona media en un lugar de mero tránsito para el rival, otorgándole grandes opciones de sorpresa en el contragolpe. Increíblemente no se pudo solucionar ni siquiera en los minutos finales del encuentro.
Lo que sí da para el llanto es la convicción del comando técnico en mantener a José Moisela como lateral izquierdo. Más allá de gustos personales, la ‘Bala’ evidenció en muchas jugadas su ineficiencia para la marca y limitaciones para enviar centros, pese a su tan mentada buena pegada. ¿Qué tanto se puede perder en esa zona prefiriendo a Corrales o Trujillo? Y ahora que Costas prefirió darle ‘descanso’ a Ciurlizza, ¿tendrá chance de volver el ‘Tigre‘ o seguirá González hasta el final?
Áncash tenía un plan y ese rompió en la lesión sorpresiva de Bazalar. El imponderable obligó al técnico visitante a enviar a un Collantes fuera de fútbol y sin ton ni son (quien sabe si con el ‘Juanca’ durante los 90’ el destino hubiera sido distinto). Tras el descanso, los cambios determinaron el trámite del encuentro. Si Alianza encontró suerte en la salida de un Aguirre sentido, Áncash la pasó fatal con Vassallo como nuevo acompañante de Serrano. Las cosas se le facilitaron al fondo íntimo con dos hombres de área, pero aún sembraba miedo cada incursión de Juan Pablo Vergara.
Y así llegó el fruto de la insistencia. Ya con la mayor verticalidad que el ingresado Vílchez dio, Alianza encontró el momento justo para cruzar por la puerta del enorme muro. El pase en primera de Montaño encuentra a un Velázquez prendido, que mete el pie antes de que la tribuna escupa el insulto y todos a celebrar, para a creer que sí se puede ganar en casa. Increíble decirlo, ¿no?
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