sábado, 5 de septiembre de 2009

Para que no me olvides

foto: ANDINA
A Rengifo lo olvidaron otra vez (pero en el área) y mató a minutos del final. Perú levantó el ánimo colectivo y con un equipo empilado derrotó 1-0 a los bullangueros uruguayos, que también verán Sudáfrica en el mapa.


Carlos Canga Coronado


Lo podía haber gritado el charapa Hernán Rengifo cuando anotó el gol y recordaba cuando lo olvidaron en el hotel, lo pudimos haber gritado todos los que descreímos antes de las 15:30, lo pudieron haber gritado los que argumentaron la ‘supremacía’ en casa ante los uruguayos, y también lo pudieron haber gritado los que estoicamente pisaron el Monumental una vez más. La única que realmente lo hizo, eufórica y con una mano en el corazón, fue nuestra dignidad. Hoy nadie la vio, pero fue la protagonista.

Las tribunas presentaban poca gente, la expectativa por el partido era mínima, casi igual como el número de opciones de gol que tuvo la bicolor en el primer tiempo. Apenas las subidas de Vargas –suspendido para el partido en Venezuela- insinuaban un libreto repetido. Pese a que Del Solar había dejado su vapuleado sistema, la maquinaria aún estaba defectuosa, más por el error de poner a De la Haza de lateral que otra cosa.

Ya con Prado en la cancha, el juego de la bicolor se volcó por las bandas, destacando Vargas, quién comenzó a complicar con los centros. Sin embargo, el puntillazo final estaba ausente. Con Chávez timorato y Rengifo bien marcado, las opciones se limitaban a la creatividad de Palacios y el empuje desde debajo de Zambrano y Ballón.

Uruguay tuvo también. Pudo matar con Abreu dos veces pero perdió sus ocasiones. Así no puede ir, aunque suene tonto decirlo de nuestro lado, al Mundial. Y así sucedió lo que el trámite exigia. Tiro de esquina de Palacios para que Vargas repita un gol de pintura, el disparo rebotó en un defensa uruguayo y el ‘Loco’ tomó el rebote, le pegó defectuosamente al balón y este fue a dar a Rengifo solo -que paradójicamente fue olvidado-, quien cogió el balón y remató ortodoxamente hacia la izquierda del arquero Castillo. Gol.

¿Necesitamos jugar sin presión para ganar? La respuesta es un sí contundente, y es que cuando lo hacemos por algo vamos muertos. Un aspecto a resaltar es la gran devoción y sobre todo la gran esperanza que tiene la afición peruana sobre el equipo, que hoy se demostró con un puñado de gente, a la que se le podría llamar ilusos, pero que estuvieron los noventa minutos presentes en el estadio apoyando a la bicolor. A creer otra vez, a tratar de no olvidarse de la blanquirroja.


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