miércoles, 4 de noviembre de 2009

Previa: Autogolpe

foto: Uber Aguirre Cabañin / CorazónParaGanar.com
Las últimas disputas dirigenciales, sin duda, han remecido la tranquilidad y la comodidad con que venía trabajando el comando técnico y los jugadores. En la recta final y ad portas de un partido complicado y trascendental como el de Recuay, ¿cuánto influirá en el accionar? ¿Cuán determinante será el papel de Gustavo Costas para revertir esta compleja situación?


Renzo Gómez Vega



Escándalo, barbarie, vergüenza, son términos que bien podrían describir los bochornosos sucesos ocurridos en Matute. La escena era increíble: un presidente depuesto, una tira de mequetrefes mal llamados directivos y más allá un grupo de matones a la espera de una orden. ¿Se les hace conocido ese sketch? ¿Panamericana Televisión? ¿'Papaúpa' y Schutz? Solo faltaba la pintura amarilla y listo. Cuánto desatino e idiotez reunida. Es que acaso no se dan cuenta que el equipo, supuestamente el de sus amores, está enrumbado al campeonato y que todo esto podría mermar su rendimiento.

Los problemas internos siempre perjudican, en menor o mayor medida, a la estructura de una organización. Sino identifiquemos el caso del Juan Aurich, plantel que hasta ahora no se recupera de la abrupta salida de su técnico y que ha caído en una vertiginosa caída hace varias fechas. Es un equipo desorientado, sin horizonte.

Es conocido el ímpetu y el compromiso de Gustavo Costas. La intensidad con la que vive los encuentros lo convierte en un jugador más y lo transporta a sus mejores tardes en Avellaneda. Hemos escuchado muchas veces, de parte del propio técnico, que toda esta coyuntura podría inclinarlo a renunciar. Hagamos un poco de memoria. Cuando se produjo la salida de Carlos Franco, el argentino le dio todo su respaldo y amenazó con abandonar el cargo. Días después, declaró que se mantendría en sus funciones.

Está claro que su salida sería una catástrofe, más aún en estos momentos cruciales. Es cierto que Costas guarda un gran aprecio por la institución y por todo lo que representa, incluso no escatima en darnos muestras de ello todas las semanas. Pero no nos engañemos, a fin de cuentas es un profesional y en esto muchas veces los sentimientos quedan de lado.
Es consciente que no puede idear un plan a largo plazo, porque no tiene la seguridad de la continuidad de Alarcón, es más ni siquiera de la suya.
Con los jugadores ocurre lo mismo.
No pueden fiarse de una renovación de contrato, puesto que todo podría quedar en nada.


Entonces, ¿cómo no preocuparse? ¿cómo no desviar la atención? Esperemos que tengan la frialdad -en este caso vital- y la inteligencia suficiente para mantener sus objetivos y ser capaces de obtener un buen resultado ante el Sport Áncash.

La política es el arte de guiar grupos humanos hacia objetivos comunes. Debe responder a eso, al bien común, al beneficio de todos. Cuando se anteponen los intereses particulares a los colectivos, la debacle es tan catastrófica como inminente. Alianza Lima va más allá de la codicia y la ambición; y por supuesto de los 'enemigos íntimos', de los autogolpistas. No los necesitamos, en realidad, nadie.

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