miércoles, 13 de mayo de 2009

Los Aparicios engañan...

foto: Perú.com

Porque uno debe fijarse solo en el resultado. Y aunque muchos se enojen en Matute, la blanquiazul volvió a decepcionar y superó por la mínima a un rival suficientemente débil para no empatar. Es más, si la visita no erraba un penal, a varios de corto les hubiera dado la muda. Y si se viene el segundo triunfo al hilo no hay que emocionarse, las apariencias, como el gol triunfal de Aparicio, engañan.



Bruno Ortiz Jaime


“Está, no me hablés más”. Las palabras de falsa convicción de Leandro Fleitas me terminaron por atemorizar, y no precisamente por su enojo, sino por su conformidad. Al argentino le consulté al finalizar el partido por el mal juego del equipo, y no hay que ser un filósofo del fútbol para saberlo, y se negó en lo absoluto a tolerar otra percepción que la suya. Casi como el hincha de Alianza por estos días, tratando de descifrar la propuesta de juego de Gustavo Costas.

Desde el 14 de junio de 2003 que Gustavo Costas no volvía a un recuerdo agridulce: la línea de tres. Esta vez Aparicio, Fleitas y el ‘Chino’ Contreras sufrieron las licencias que Corzo y Trujillo dejaban en su nueva función de carrileros. El resultado de este sistema terminó mellando más en lo ofensivo. “El profe quería poblar el mediocampo porque sabía que el rival haría eso”, contó Contreras tras el partido. Razón entendible si de preservar el cero en arco propio se trata, pero cauterizador eficaz para el Áncash si de defender se trata.

Montaño la para, mira a quien tocar y no ve a nadie. Parece que al colombiano lo imaginan jugador de Pro Evolution Soccer, porque todos creen que descontará a cuanto rival se le aparezca encima con un par de movimientos, presionará cuadrado y círculo para hacerle un amague al defensor y utilizará la romántica fórmula del ‘L1’ más cuadrado para sombreársela al golero. El colombiano jamás encontró, ni parece que lo hará, un socio en mediocampo para generar y alimentar de fútbol a los anémicos atacantes que tenemos. Sánchez despintaba las líneas de cal en ambos laterales y Velázquez fuera del área es un amateur.

Y fue el rosarino quien fue a buscar el balón con el empeño que a veces no alcanza. Marca torpe del zaguero visitante y penal que marca Garay. A Aparicio no le quedaba otra, meterla. No es nada fácil, pero a lo mejor a punta de penales bien ejecutados le hace olvidar a varios sus limitaciones.

El complemento fue una humillación. Así como se lee. Un equipo armado en hoja de cuaderno terminó dejando contra los palos a un Alianza que repitió la faena de su rival en la primera etapa: no llegó una sola vez con claridad al arco contrario. Balón al palo y salvadas milagrosas de Forsyth esclarecieron las taras de este once que no termina por equilibrar un solo partido. Tres puntos, pero de suspenso.


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