foto: ANDINA

Alianza ya no pudo hacer gala de sus virtudes providenciales y esta vez evidenció que tenía dentro el virus de la especulación. Ante Total Chalaco, que tuvo al chileno Muñoz de crack, la zaga de este equipo de nombres cambiantes quedó en ridículo. Y aunque los héroes solo están en la tele, a la blanquiazul la salvaron esta vez ‘Arrocito’ Sánchez con sus dos golazos y el árbitro Caballero con un penalazo devorado. Fue 2 a 2 y no sirvió para llegar a la punta.
Bruno Ortiz Jaime
Y ya lo había avisado. Viejo, renegón, reclamón hasta donde la permisividad arbitral peruana lo permita, lector de partidos bien dotado, amarrete, contragolpeador. Dígale lo que quiera, igual Antonio Alzamendi ya le sacó el resultado que quería. Y lo había avisado él: “A Costas siempre le gané”, como de esas amenazas que los zorros maduros lanzan seguros de no quedar como blablablás.
Lo que todos ignoraban menos él era lo que sucedería tras ese primer cuarto que tenía -y calculaba- a un Total Chalaco perdedor. Si la goleada le rondó la mente a medio estadio, su equipo ya tenía la cura para ese mal pasajero.
18 minutos y Estigarribia pegaba de un cabezazo el 1 en el tanteador. Los zagueros de Alianza, chimpunes de plomo en más de un caso, parecían mas preocupados en acomodarse la mascarillas salvadoras que en desacomodar al paraguayo.
Y si Costas le hizo no poco caso a las notas periodísticas de entresemana que preanunciaban a Wilmer Aguirre como titular, las cosas no iban por buen camino. Hoy el argentino erró las apuestas futbolísticas, que en él hasta parecen cábalas. Dejó en el banco al generador de fútbol por antonomasia en La Victoria: Johnnier Montaño y soltó al ruedo a un hombre altamente eficiente como recambio: El ‘Zorrito’. Así lo apreciamos días atrás y todo indica que no nos equivocamos. Dejar que el goleador de moda en Matute se despache otro par de goles ante un rival abuelito no puede ser subestimación, ¿verdad?
Así, con las intenciones creativas de Quinteros y Sánchez tan enflaquecidas, llegaron González-Vigil y Aguirre desde arriba, y De la Haza, Jayo y laterales desde atrás. Alianza se mandó con todo a encontrar nuevamente el desnivel con la premisa de arrollar. Lo pagó caro, carísimo. Mientras Joel Sánchez deshacía a un Corzo con la mente en el ataque, Muñoz y Olcese se daban un festín de tres cuartos de campo para adelante. Y este Total Chalaco pragmáticamente alzamendista a morir volvió a pegarle al moribundo. Golazo de la ‘Nona’ chilena para hacerle más difíciles a Costas.
Y ahí, en el camerín, todos supieron que la influenza Costitas se les había pegado a todos. Mirada a un lado y a otro y las soluciones eran un par, pero ahora era tarde. El ingreso de Montaño pasó casi desapercibido y Velázquez parece condenado a ser el Calheira de Alianza. Si hasta el minuto 75 algún desfachatado reportero se acercaba a pedirle al deté aliancista que le confiese una sola vía por la que el equipo podía llegar al gol, el silencio del mismo podía ser de terror. Y como siempre esa frase cliché que a veces nos da ganas de no mencionar más (“el aliancista está hecho para sufrir“) debía aparecer en algún momento, Sánchez volvió a hacer una personal y marcó el dos a dos que abrigaba esperanzas.
Nada. Alzamendi ya tenía un background inmediatamente favorable en Matute y lo construido en todo el partido -y destrozado un poquito por el penal a Muñoz que Albert Caballero, grosera y felizmente, no cobró- no lo iba a perder así nomás. A reforzar la línea de cuatro al fondo y marcador cerrado. Costas se iba a un lado tratando de ensayar explicaciones y encontrar la cura para este mal instalado en Matute. Alzamendi declaraba sin miedo a ningún contagio… Total, pensó, ¿ a la vejez viruela?
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