domingo, 9 de agosto de 2009

Antídoto y Veneno

En el último suspiro, cuando todo parecía consumado y los oles del contrario sonaban a marcha fúnebre, ahí lo empató. A pelotazos, a empellones, con diez hombres, y con lo que le quedaba, pero al mismo tiempo le sobra: corazón. Un resultado que hasta cierto punto se celebra, pero que nos deja mal sabor: Chalaco 2 - Alianza 2.


Renzo Gómez Vega


Seamos sinceros, no tenía con qué; el Total Chalaco era un amplio dominador de las acciones y Alianza Lima, un toro esperando la estocada final. No lo sentenció y lo pagó caro. ¡Cuánto debe estar lamentándolo Alzamendi! ¡Cuánto debe estar agradeciéndolo Costas! Y es que esa frase trillada de que “el fútbol no sabe de merecimientos” es tan cierta como fugaz e inconsistente. Digo inconsistente porque si el equipo victoriano sigue jugando así, dudo –como muchos- de que esta historia tenga un final feliz. Lo sabe Costas y lo deberíamos tener todos en mente. Sobre el final declaró con sabiduría: “No es el camino, jugamos mal, de todas maneras el empate es positivo”. Con palabras no basta, pero al menos es hidalgo en reconocerlo.

No podía ser de otra manera, el rendimiento fue por demás preocupante. Claro que es elogiable el espíritu de lucha, las energías y todos los sinónimos habidos y por haber. Si algo hay que aplaudir del técnico argentino es precisamente eso; hace tiempo que la blanquiazul no tenía esos cojones para sacar adelante esta clase de partidos. Gustavo Costas suda tanto o más que sus dirigidos, y eso es meritorio por donde se le mire.

Lo que sí es reprochable es la irregularidad, su hasta ahora insuficiencia para alcanzar una estabilidad; depende mucho de los nombres. Hoy no estuvo Alexander Sánchez; hace algunas semanas, Johnnier Montaño. Hasta dio que pensar un poco que el primero resulte más trascendental que el otro. Sin ellos todo se complica, no tendría que ser así. Que la expulsión de Moisela afectó, sin lugar a dudas; sin embargo, para ese momento Héctor Vásquez ya había anotado el primer gol de un cabezazo, dejando en ridículo a un Kohji Aparicio que se quedó vegetal así de repente, como ante Ricardo Ronceros en Chimbote.

Desastrosa actuación de la mayoría, aunque algunos estaban afanosos por consagrarse. Increíble la cantidad de balones perdidos que tuvo Carlos Solís, Jayo ni qué decir –valgan verdades hace mucho que no asombra-, el debut de Oscar Vílchez fue apresurado. No obstante, es saludable que vaya ganando ritmo de competencia; tal vez lo ideal hubiera sido que ingresara en la segunda mitad.

Luego de la brillante jugada colectiva que finalizó en el 2-0 de Richar Estigarribia, el Total Chalaco manejó el encuentro a su antojo. Todo el mediocampo se divertía, desde Edson Uribe hasta Aldo Olcese. Era angustiante. Más aún cuando desde el banquillo ordenaron la salida de los volantes de avanzada y los ingresos de Aguirre, Corrales y Velázquez. A más de uno nos pareció una decisión descabellada, sin razón de ser, para ver qué sale.

El tiempo se agotaba y la hinchada perdía las esperanzas; sin embargo, para este Alianza gitano casi nada es imposible, quizá solo la uniformidad. A falta de 6 minutos, Paolo De la Haza sirve un pase largo a las espaldas de los defensores para José Carlos Fernández, quien esforzadamente sombrea a Flores, y en escena aparece el cuestionado Velázquez, solo para añadirla. Acto seguido, en los descuentos, tras un rechazo de un tiro de esquina, nuevamente De la Haza introduce el balón al corazón del área para el mismo destinatario, Fernández, quien magistralmente pivoteó para el derechazo salvador de Aparicio.

Titulares desequilibrados acapararán las portadas de diversos diarios. No hay que engañarnos, tampoco exageremos. El equipo tiene muchos aspectos destacables y Costas, todos los refuerzos que pidió. La tenacidad es un complemento, para ser rigurosos algo inherente, de lo contrario, podría convertirse en un arma de doble filo y parecerse al afamado single de Eddie Santiago.

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