Fecha 3: Cada vez menos necesario

foto: Airon Nelson López / CorazónParaGanar.com

Al fin Alianza parece haberse encontrado como equipo. Al menos ya no cree en 'Santos'.

Gustavo Martínez Morales
[gustavo.martinez@corazonparaganar.com]

No importaron 109 años de pasional religiosidad; importó poco más de un siglo de plena feligresía. Y es que cuando tienes al santo de espaldas por más de tres años es mejor ser descreído por un tiempo, o mejor noventa minutos, y enderezar las cosas. O ganarle 0-1 a la San Martín. O acabar con ese verdugo de los mil y un días que no hacía sino apuñalar el corazón blanquiazul disfrazado en un blanco de paz que cada vez despertaba más odio.

Alianza Lima no podía tener mejor ocasión para demostrar que su actuación internacional es ya una idea de juego y no solo un partido aparte. Esta vez fue la San Martin, acaso el mejor equipo peruano desde hace tres años, quien constató que los íntimos conforman ya un equipo. Verticalidad, dinámica y vértigo en ataque; presión constante y un arquero que comienza a tener como buena costumbre inspirar seguridad: Salomón Libman. Y allá arriba Ovelar, ese guerrero guaraní de quién hace un mes se hablaba más como ex jugador por sus constantes lesiones, y por contraer el temible dengue. Elevación in situ para el testazo imparable al costado imposible de Butrón. El ‘Paragua’ pide con total justicia Copa. 0-1 más que suficiente para sentenciar a los cuatro vientos que Alianza es el mejor EQUIPO del Perú.

Con mucho menos pompa y con un raro perfil bajo para ser tremendo León, el cuadro huanuqueño es, aunque momentáneo, líder absoluto del Descentralizado. Realidad que dice la tabla y el juego. Manejo y equilibrio sobre la base de la experiencia. Oficio me atrevería a decir. Sin necesidad de rugir ni mostrar garra alguna, este León muestra que su soberanía la respaldan los hechos.

En la segunda ciudad más importante del país el fútbol se está dejando esperar. Los hijos del Misti parecen minimizados y su terruño no es más respetado. Ni la altura. El Total Chalaco olvidó que vivir al ras del mar es un problema en el juego en la altura y, sin ser un maremoto, tuvo suficiente fuerza para empatar en Arequipa 1-1.