Perfiles: El mar de sueños de Joel Sánchez

No viste con pompa ni habla con desaire, pero aún así es uno de los hombres de moda en Alianza. Joel Sánchez ha conseguido en dos décadas lo que algunos añoraron toda la vida. Este es el otro lado del arequipeño sencillo, de ‘Lito’, de ‘Supercuy’ para algunos.


Texto de Wilfredo Inostroza Valenzuela
[wilfredo.inostroza@corazonparaganar.com]
Fotos de Johan Fernández Alza
[johan.fernandez@corazonparaganar.com]

Aún no concibe haberse convertido en la nueva estrella de Alianza Lima, aunque contradiga a gran parte del periodismo y, sobre todo, al hincha blanquiazul, ese que se deleita con esas jugadas colmadas de habilidad y picardía al alcance –a veces no- del modesto bolsillo. Joel todavía piensa en pelotear con su hermano mayor en Siguas. Patea un balón en mal estado y recibe fuertes agresiones de picapiedras por doquier que no soportan ser los bufones ocasionales del buen ‘Lito’. Pero él no lo hace por mofa; los encara y pasa porque así siente su vida, y el fútbol. Uno debe tratar de sobreponerse a los obstáculos de la mejor manera.

A pesar de que hoy viste ropa de una prestigiosa marca norteamericana y en su muñeca izquierda porta reloj de firma renombrada, no ha perdido esa sencillez que algunos califican hasta de obsesiva. El ‘Supercuy’, como trató de bautizarlo un diario deportivo con poco éxito, sonríe a veces porque sí, por un poco de nervios tal vez. Hace no mucho tiempo atrás estuvo en un club donde no recibió flash alguno en el rostro sino hasta que comenzó a destacar.

El camino ha sido complicado, duro, áspero; la lucha por sobresalir ha sido constante. Sin embargo, solo guarda gratos recuerdos de su infancia, la etapa en la que empezaba a soñar despierto. Era un reto destacar en ese deporte que practicaba al lado de su hermano mayor en los arenales y chacras de su distrito natal. Comenzó desde muy abajo, a los 12 años ya jugaba por un equipo llamado Fogatas. Por entonces notó ese don, ese talento especial para dominar lo que otros comprendían con lasitud. Nadie podía quitarle la fantasía de convertirse en un futbolista profesional, poder ayudar económicamente a su familia, y claro, recibir el reconocimiento y los calurosos aplausos de una afición que apenas conocía por RPP.

En el malecón de Miraflores, de cara al Pacífico, Joel rememora las pocas veces en que pudo disfrutar del balneario más cercano a su casa en Arequipa, el de Camaná. Desde que estuvo en Total Chalaco parece haberse enamorado de a poquitos de este atardecer. “Oye ‘Cuy’, vas a ser el nuevo Messi”, le grita un niño miraflorino como esperando que se deseo verbal sea recompensado con una carcajada del volante. Joel solo sonríe y le alcanza una sobria sonrisa. No es soberbia, quizá miedo; miedo a caer en ese marasmo del que pocos han sobrevivido luego de tres portadas seguidas. Su humildad traducida en espontáneos tartamudeos no podría ser casualidad. Él cree que esa virtud ya es una herencia natural de familia, que además le fue inculcada desde pequeño.

Percibí todo ello en las casi dos horas a su lado, desde permitirnos sin ninguna traba posible la realización de la nota hasta la gran disponibilidad y cooperación brindada en el desarrollo de la misma. Cada respuesta emitida me convencía más de su capacidad mental –sus condiciones futbolísticas no están en discusión- y de sus claros ideales a alcanzar.

Algunos de sus detractores afirman que esa forma de ser y pensar puede culminar en cualquier momento, cuando gané más dinero, cuando la prensa lo maree con tanto y deje de lado esa fortaleza que hoy parece indestructible… Solo el tiempo lo dirá. Si realmente aplicará la inteligencia que sus talla 39 lucen en cada encuentro a su manejo personal. Por ahora, ‘Lito’, como nos confiesa que le gustaría ser llamado, está convencido de sus intenciones, feliz de su progreso, el mismo que espera continuar a pasos agigantados hasta el día en que su profundo mar de sueños se convierta por completo en una feliz realidad.