sábado, 20 de febrero de 2010

Previa: El que ríe al último...

Diseño: Aldo Vicula Iberico / CorazónParaGanar.com
Ríe mejor. El 23 de junio de 2002, Alianza Lima venció sobre el último suspiro al Alianza Atlético y sacó los boletos para disputar la final del Apertura ante un Universitario que se creía campeón antes de tiempo. Ridículo en Ate y fiesta en Sullana.


Renzo Gómez Vega


Última fecha. Alianza y Universitario estaban empatados en el liderato y cualquier tropiezo podía ser fatal en su lucha por el título. Mientras los blanquiazules tenían que superar un duro escollo: el Alianza Atlético con las inclemencias del clima, la inseguridad de su estadio y la calamidad de su cancha; los cremas recibían en el Monumental a un FBC Melgar que no tenía porqué pelear y se presentaba como un dulce bocadillo. Y así fue.

Los arequipeños no opusieron mayor resistencia y vieron cómo Vilallonga y compañía hacían de su defensa un espectáculo. En cambio, en el Campeones del '36 la realidad era totalmente distinta. Unos sullanenses envalentonados e inspirados por algo más que el amor al fútbol (se rumoreaba que habían recibido un jugoso incentivo desde Odriozola) acechaban una u otra vez el arco de Roverano.

A los 12 minutos de la etapa complementaria se presumió lo peor. El impredecible ‘Checho’ Ibarra hizo trizas el área victoriana y adelantó a los locales. Franco Navarro, por entonces técnico de Alianza, no lo podía creer. Su delantera no causaba peligro alguno y su volante no reaccionaba, pero –gracias a Dios- miró al banco. Confió en un delgado morenito que había debutado meses atrás: Jefferson Farfán.

QUIÉN TE VIERA, QUIÉN TE VIO. La 'Foca' Farfán se alistaba para celebrar su primera conquista (foto: El Bocón).

La ‘Foquita’ con su hasta ese momento desconocida habilidad, empezó a dejar como postes a los sullanenses y encontró en su tío, Roberto la ‘Foca’, su pareja ideal. Centro rasante del sobrino para el tío y gol. Sin embargo, no alcanzaba: Universitario se daba un festín con el Aurich. El tiempo se escapaba como arena entre los dedos y el calor hacía estragos en los íntimos.

Cuando todo parecía finiquitado apareció nuevamente la dupla mágica. Cuarenta y ocho minutos, la ‘Foquita’ para la ‘Foca’, Medina traba a Roberto y penal. El único camino con que podía ganarlo, pero qué importaba. José Soto toma el balón, mira fijamente al arquero, corre sereno y zapatazo. Gol. No había más. En Ate se desató el jolgorio, se escuchaban cánticos de campeón que rápidamente quedaron en cómicas escenas. Alianza encontraba al fin la llave del éxito y los cremas quedaban con los crespos hechos. Épico desenlace y vergüenza consumada.

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