foto: Bild.de

Walter López Gómez
[walter.lopez@corazonparaganar.com]
Cuando un equipo tiene un objetivo claro, se prepara para lograrlo, y procura que no se repitan los mismos errores. En la temporada pasada, a Hamburgo se le escapó increíblemente la posibilidad de ir a la final ante el Werder Bremen. Nada hacía suponer que la historia se repetiría esta vez ante el Fulham. Pero así fue. Y es que el partido parecía totalmente controlado. Hamburgo se fue al descanso con el 1-0 a favor, gracias a un golazo de tiro libre de Mladen Petric. Si bien es cierto, el Fulham tuvo más el balón, no creó ninguna jugada de peligro en el arco germano.
En el segundo tiempo, Hamburgo siguió cediendo el balón al rival, pero de contra tuvo dos ocasiones en las que pudo aumentar la ventaja, pero Petric y Jarolim no supieron aprovecharlo. Cuando los propios hinchas ingleses parecían adormecidos por la falta de profundidad de su equipo, el Fulham despertó, y de qué manera. En apenas siete minutos, Simon Davies y Zoltán Gera dieron vuelta al marcador aprovechando dos claras desconcentraciones de la defensa alemana.
Con el marcador adverso, el técnico debutante, Ricardo Moniz, hizo ingresar a Paolo Guerrero por un apagado Tomás Rincón. Nuestro compatriota poco pudo hacer para ayudar a su equipo, que por esos minutos ya estaba totalmente desordenado en la cancha. Solo alcanzó a lanzar un centro que fue descolgado fácilmente por Schwarzer.
Por su parte, Pitroipa y Van Nistelrooy tuvieron ocasiones no tan claras para marcar el empate. En la desesperación, el portero Rost quiso irse al ataque y lo único que consiguió fue que, de contra, el Fulham casi marque el tercero y se tuvo que ‘bajar’ a Dempsey. El árbitro le perdonó la vida. Así llego el final del partido y se desató la locura entre los hinchas de este modesto equipo londinense, que ven como su cuadro llega por primera vez a una final europea.
A los hamburgueses, en cambio, les queda la gran decepción de caer nuevamente en semifinales, quedándoles el consuelo o la ironía de ser buenos anfitriones en la final, la cual se jugará en su estadio. Para Paolo Guerrero, quien parece tener los días contados en el club, pudo haber sido la gran chance de despedirse por la puerta grande con un título continental. Lástima, no podrá ser.
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